La mitología yoruba a través del género
Analizar esta religión desde la
perspectiva de género resulta complejo, dado que en Cuba apenas hay estudios de
género que se centren en la religión. Aunque los Babalochas (padrinos de santo)
e Iyalochas (madrinas de santo) comparten las mismas atribuciones, las mujeres
están sujetas a ciertas limitaciones y prohibiciones. Para comprender mejor la
situación de las mujeres dentro de la Santería, es necesario hacer un análisis
de la mitología que envuelve esta religión. Dentro de la Regla de Ocha los
mitos tienen una gran importancia, en ellos se habla de la creación del mundo,
de los hombres y las mujeres, del matrimonio, el poder, la llegada de los orichas,
el origen de las ceremonias, ritos, tabúes. etc.
Los mitos establecen normas de
conducta y además reflejan una sociedad desigual en la que las relaciones entre
hombres y mujeres se constituyen asimétricas. Un buen ejemplo de esto son los Oddus,
son 16 grupos de signos que representan aspectos del mundo y se utilizan en
adivinación. La mitad de ellos son masculinos y la otra mitad femeninos,
representando las características propias de cada sexo: los Oddu masculinos
representan, entre otras cosas, la cabeza de la tierra, la fuerza, la rudeza,
la justicia, la ley, los rayos del sol, etc. Siempre elementos positivos. Por
otro lado los femeninos encanan el sacrificio, las cosas vanas, la esclavitud
de las mujeres, la desesperación y otros aspectos negativos que terminan por
marcar la idea de la mujer.
Si analizamos algunos de los
mitos o pataki de los que aparecen en el libro "Yemayá y Ochún", de
Lydia Cabrera, de catorce mitos sólo aparecen mujeres en dos de ellos; en el Pataki
de Obara aparece apenas mencionada la esposa del protagonista. Estos mitos
conforman la tradición oral y sirven como modelos de conducta. No resulta
destacable únicamente la baja o nula aparición de las mujeres en ellos, además,
cuando lo hacen sus roles son pasivos y genéricos.
En el Pataki de Eyioko se narra
la historia de Ode y su mujer, quienes vivían en la selva. Ode salía a cazar
palomas y se las entregaba al dios Orichanla para que bebiera su sangre y luego
se las llevaba a su esposa. La esposa buscando respuestas siguió a Ode y fue
descubierta por Orichanla, quien la castigó por su curiosidad. “La sangre que
no tenían las palomas que te llevaba tu marido, en adelante la verás correr por
tu sexo todos los meses.” La mujer es castigada, creando un estigma sobre la
menstruación no único de la Regla de Ocha (santería), pero que acompañará a las
mujeres y supondrá una limitación para ellas.
Tal y como mencionamos antes
hombres y mujeres comparten gran parte de las funciones dentro de la santería,
sin embargo existen profundas brechas de género. Solamente por ser mujer la
iniciada no puede, por ejemplo, dirigir la ceremonia de presentación de sus
ahijados/as, no puede matar animales de cuatro patas, no puede tocar objetos
sagrados mientras está menstruando y tampoco puede tocar tambores sacralizados
a algunas deidades concretas. Muchas de las limitaciones y prohibiciones que
sufren las mujeres están relacionadas con la influencia que el mito de la
menstruación y su carácter negativo, la idea de impureza que recae sobre las
mujeres cuando tienen la regla y que es común a muchas culturas.
Por: Carmen R.
BIBLIOGRAFÍA:
CABRERA, L. “Yemayá y Ochún :
Kariocha, Iyalorichas y Olorichas”. Miami. Ediciones Universal. 1996.
RUBIERA, D.: “La mujer en la Regla de Ocha: una mirada de género.”, en Revista Revolución y Cultura, No. 2-3, marzo-junio. La Habana, 1999.
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